El hombre, desde las más remota antigüedad, ha observado sus sueños en busca de algún significado que pudiera satisfacerle. Los primeros documentos escritos demuestran que les daba una importancia primordial. En el antiguo Egipto se creía que eran mensajes de los dioses. El primer libro, según se cree, sobre sueños fue compuesto por ellos hace unos cuatro mil años.La cultura Asirio-Babilónica también elaboró libros de interpretación de sueños.Los hebreos tenían a sus propios interpretes elegidos por Jehová. Recordemos, por citar algunos, los sueños de José, Jacob y Salomón; y al poderoso rey Nabucodonosor cuyos sueños fueron interpretados por Daniel, el intérprete elegido por Jehová y único, según el propio rey, que descifró sus sueños correctamente.El mismo Génesis, escrito por Moisés, según se cree, ocurrió, en opinión de algunos autores, en la dimensión a la que va el hombre cuando sueña: el mundo del deseo. No se explica de otra manera que la serpiente que sedujo a Eva hablase tranquilamente sin que el autor, al escribirlo, aclarase por qué hablaba un animal que, en el mundo físico, que sepamos, nunca ha hablado. Pero sí es normal en la dimensión del sueño, allí pueden ocurrir cosas que en el mundo material son imposibles.Los griegos también consideraban a los sueños mensajes divinos. De hecho existían muchos templos sagrados donde se daba culto al sueño. Pero ¿por qué se creía tanto en los sueños en la antigüedad? La tradición hermética nos ha trasmitido que el hombre no fue creado en el mundo físico, sino que apareció por primera vez en una región espiritual, que se conoce entre los ocultistas como Periodo de Saturno. Desde allí ha ido descendiendo, poco a poco, hacia la época en la que nos encontramos, que es el Periodo Terrestre. Antes de llegar aquí pasó por el Periodo Solar y el Periodo Lunar. En este último, el hombre vivía en una dimensión, que algunos llaman mundo astral; y otros, mundo del deseo. Este camino de descenso, desde el Periodo de Saturno hasta el Periodo Terrestre, ha constituido para el hombre un camino hacia el desarrollo de la autoconciencia, cualidad conquistada recientemente (hablamos de miles de años). Ese momento en el que el ser humano toca tierra, por así decirlo, se describe en la Biblia con la historia de Adán y Eva. Adán y Eva - dice Fabre d`Olivet - Es toda la humanidad de aquellos tiempos (masculina y femenina) que, antes de caer en el mundo de físico, vivía en el mundo astral. Para él el mundo material-sensible era como ahora es el mundo de deseos o mundo de los sueños para nosotros, lo percibía como en forma de sueño. Durante mucho tiempo, el hombre vivió en ese mundo sin conciencia individual y era guiado por oleadas de vida superiores como pueden ser los ángeles.Pero el hombre fue adquiriendo, poco a poco, la conciencia del mundo físico y alejándose cada vez más del mundo astral, y, al mismo tiempo que avanzaba hacia la autoconciencia, se alejaba cada vez más de sus creadores y de sus guías. Hasta que llegó un momento en el que sólo podía percibirlos al llegar la noche, cuando el sueño le vencía y podía viajar a esa dimensión, donde accedía fácilmente a sus consejos y directrices para no perderse en su vida diurna.Las civilizaciones de la antigüedad sabían todo y esto y, por eso, daban tanta importancia a los sueños. Ellos tenían muy claro que los dioses les hablaban durante los sueños, y consideraban los mensajes que recibían en ellos como sagrados. Poco a poco, a medida que el hombre fue descendiendo al mundo físico, el sueño fue quedando como más lejano, llegando incluso a ser considerado por los materialistas como una ficción que únicamente tenía que ver con el cuerpo físico y sus funciones fisiológicas. Algo irreal que actuaba de forma caprichosa y sin sentido. Fue aquí donde entró en escena El Dr. Freud, que, con su libro: "La interpretación de los sueños", revolucionó por completo el mundo de los sueños, llegando a afirmar: " Para mi asombro descubrí un día que no era la concepción médica del sueño, sino la popular, medio arraigada aún en la superstición, la más cercana a la verdad."Freud otorgó a los sueños una nueva dimensión, pero no interpretó los mensajes como los hombres de la antigüedad, es decir, no les dio ese sentido trascendente y espiritual que le daban los antiguos. Según él, los sueños respondían a los deseos, que, por religión, ética, educación o moralidad, habían sido reprimidos. El simbolismo de los sueños, para Freud, se relacionaba con los deseos insatisfechos y los instintos primitivos. A la mayoría de los símbolos les dio un significado principalmente sexual.Fue uno de sus discípulos: Carl Jung, quien captó otro significado que, bajo nuestro punto de vista, era más avanzado. Jung desarrolló la idea del inconsciente colectivo, que estaba formado por símbolos, sentimientos, ideas y recuerdos heredados y compartidos por toda la humanidad. Muchos símbolos que se encuentran en nuestro libro y otros libros del mundo editorial, se basan en arquetipos tomados del inconsciente colectivo, que son comunes a todos los individuos.Como hemos dicho anteriormente, el hombre recibía los consejos de los seres superiores que habitaban en el mundo astral cuando dormía y su espíritu se trasladaba a esta dimensión. A medida que el hombre se ha ido desarrollando, es su propio espíritu, o Yo superior ( que es la parte que se encarna en varios cuerpos a lo largo de toda la evolución), quien le da los consejos mientras duerme; pero lo hace a través de símbolos tomados del inconsciente colectivo o de su propio inconsciente particular. Pero ¿por qué el Yo eterno necesita darle consejos al yo pasajero? Porque éste, una vez que se ha encarnado, pierde a menudo la orientación que recibió antes de bajar al mundo material y, debido a su libre albedrío, puede confundirse y desviarse completamente del camino trazado por su Yo superior; es decir, los objetivos del Yo eterno y el yo pasajero, siendo los mismos, pueden llegar a ser opuestos porque a uno (al Yo superior) le interesa la evolución de la conciencia; mientras que al otro (al yo pasajero) lo que le interesa es pasarlo lo mejor posible ignorando o no haciendo caso de las posibles consecuencias que puedan derivarse de un actuar incorrecto en cada encarnación. En este sentido, interpretar los mensajes que, de nuestra parte trascendente, nos llegan a través de los sueños y seguir sus consejos nos llevará a vivir una vida más consciente, plena y feliz; mientras que ignorarlos o hacer caso omiso, nos traerá infelicidad, inconsciencia y dolor.Desarrollar aquí por qué esto es así nos alejaría completamente del cometido de este libro, que es el de interpretar los símbolos para seguir sus consejos lo mejor que podamos. Hay que tener en cuenta que cualquier libro de interpretación de sueños, entre los cuales incluimos el que tenéis en vuestras manos, no son unidireccionales, esto es, no están hechos para seguir sus consejos al pie de la letra, pues todavía estamos lejos de haber aprendido el lenguaje de los sueños de una manera total. La interpretación que damos en este diccionario es una guía para descifrar parte del mensaje de los sueños, pero siempre será el propio soñador el que tenga la clave y la interpretación más correcta de sus propios sueños, por lo que os aconsejamos que, una vez hayáis leído la sugerencia de interpretación que damos, meditéis profundamente sobre vuestro sueño y seáis vosotros los que terminéis de analizarlo y darle significado, siempre procurando no engañaros y siguiendo el hilo de vuestra propia intuición. Si lo hacéis así, estamos seguros de que esta guía os aportará una ayuda incalculable para poder interpretar vuestros sueños y seguir el camino que ha trazado vuestro Yo superior.
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