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Mostrando entradas de 2010

Experiencias

Cada vez estoy más convencido de que el hombre necesita pasar por todas las experiencias humanas, ya que el no comprender la experiencia del prójimo hace que la interpretemos desde nuestra propia experiencia y, como es natural, de forma impropia y sin conocimiento de causa. La experiencia de los demás, cuando es una experiencia que nosotros hemos vivido, hace que expresemos la clásica frase: “Te entiendo perfectamente ”. En cambio, cuando no ha sido vivida por nosotros, tendemos a juzgar y a interpretar erróneamente lo que hace o como se comporta el otro. Actuar así ha de empujarnos, sin lugar a dudas, a vivir lo que el otro está viviendo y a comportarnos de forma semejante y, entonces, tendremos suficientes elementos de juicio para hablar de la experiencia del prójimo entendiéndole desde dentro. Editorial extraído de la revista "Savia" nº 14.

El Cristo Cósmico y el Cristo interno (Interpretación a la luz del siglo XXI

"Díjoles el ángel: "No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesias Señor, en la ciudad de David". Esto tendréis por señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado sobre un pesebre. Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad". Lucas 2 -10,14 El nacimiento de Cristo no significa lo mismo para todos. El ateo lo contempla como un hecho insignificante, un nacimiento más, ocurrido a lo largo de la historia de la Humanidad y divinizado por algunos hombres; el católico entiende que Dios se hizo hombre para salvar a la Humanidad perdida en el pecado original mediante el sacrificio de la cruz; las demás religiones interpretarán este hecho de acuerdo a sus convicciones religiosas, y habrá incluso quienes nieguen que este hecho haya ocurrido

Perder el juicio.

Decía Rudolf Steiner que el materialismo del hombre termina degenerando kármicamente, en su cuerpo, de enfermedad nerviosa, llegando incluso a producir verdaderas epidemias de locura en pueblos enteros cuando éstos se inclinan al materialismo de forma común. El olvido de que somos espirituales y, como tales, eternos, nos lleva a renegar de la Divinidad y a defender ideas materialistas como el único pensamiento válido. Ideas que pueden ser muy racionales, muy bien estructuradas, geniales, pero que en realidad empequeñecen al hombre, lo hacen mortal, finito, insignificante, lo alejan de lo que realmente es: pervierten la certeza infinita del Ser. No, no es esa la idea que debemos tener de nosotros mismos. No somos tan insignificantes. Somos algo más que un cuerpo físico, algo mucho más importante de lo que nos creemos. Sólo que lo hemos olvidado. Por tanto, debemos empeñarnos en buscar nuestra parte espiritual, nuestro centro. Hemos de recuperar la memoria. El Ser que somos se halla dent